Restaurar: un estilo de vida

Hace dieciocho años llegamos al Castillo, nos enamoramos de él y comenzamos la tarea. La primera etapa de restauración, la que nos permitió convertirlo en un paisaje habitable, duró cuatro años. «¿En qué año terminaron la restauración?», nos suelen preguntar. Hemos encontrado la respuesta a lo largo de este camino: «aún no terminó… y nunca terminará».

Faltan pocos días para recibir huéspedes, después de un año completamente cerrados por pandemia. Y, entre todas las tareas de mantenimiento y preparación, agregamos una muy importante: darle un nuevo carácter a las piscinas exteriores. Fue así: las vaciamos, reparamos y sellamos fisuras, y las cubrimos con un revestimiento cementicio flexible especialmente diseñado para reservorios de agua potable. Porque, tal vez recuerden, el agua que utilizamos en todo El Castillo es mineral y proviene de nuestra propia perforación a 80 m de profundidad. Ahora son 550.000 litros de agua mineral para nadar y jugar con la máxima protección higiénica.

Además de proteger la salud de quienes disfrutan adentro del agua, este revestimiento cementicio flexible otorga beneficios adicionales: protege la salud respiratoria de quienes trabajaron en la obra, protege la salud visual de los guardavidas y las personas alrededor de las piscinas (porque el resplandor y los reflejos se ven atenuados), y protege el valor estético del edificio como patrimonio histórico.

Para nuestra familia, equipo de trabajo, huéspedes, proveedores y amigos, restaurar es un estilo de vida.

Publicado por elcastillohotel

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