Estudiantes y docentes de The Lally School of Management and Technology, una de las escuelas de negocios más importantes de los Estados Unidos, viajaron a Córdoba para conocer el caso de El Castillo Hotel como parte de su posgrado
En Estados Unidos quieren entender cómo hacemos los argentinos para llevar adelante negocios sin previsión, sin recursos, con mucha creatividad y con demasiada inflación. Por eso, un grupo de 13 alumnos, un profesor y un vicedecano de The Lally School of Management and Technology, la escuela de negocios de Rensselaer Polytechnic Institute (RPI), de Nueva York, se hospedó entre el 27 y el 29 de agosto últimos en El Castillo Hotel Resort Spa, de Valle Hermoso, Córdoba, para analizar el caso de este hotel que se gestó durante la peor crisis económica de la Argentina (2001) y que hoy lleva adelante tres divisiones exitosas y originales: turismo, consultoría para empresas y reuniones de negocios.
Las clases principales estuvieron a cargo de Jonathan Story, profesor emérito de Política Económica Internacional en INSEAD, Francia, y en IMD, Suiza. Esta última, considerada la mejor universidad de negocios de Europa. Fabián Fábrega, director de El Castillo Hotel Resort Spa, ex alumno de RPI, dio las clases relacionadas con su experiencia al frente del hotel y con las dificultades y ventajas que tienen los negocios en Argentina.
Story comparó El Castillo Hotel Resort Spa con la experiencia de Cirque du Soleil. “Los dos tienen un concepto muy original –dijo-, sacaron algunas cosas, pusieron otras y demostraron que se puede ser original haciendo algo tradicional. El motivo por el que el circo decidió sacar los animales fue porque los elefantes comían demasiado… y el resultado fue asombroso. Y el motivo por el cual estos chicos combinaron un centro de capacitación con un hotel y un espacio para convenciones fue porque no había manera de que el lugar operara todo el año como hotel. Ellos están haciendo una verdadera revolución”.
El Castillo Hotel Resort Spa surgió con un concepto innovador dentro del tradicional mercado de hotelería argentino. Opera tres meses al año como un hotel vacacional all inclusive, con actividades recreativas dentro del predio ya que no hay muchas opciones de esparcimiento en los alrededores. Y el resto del tiempo funciona como una suerte de campus universitario para empresarios y compañías que quieren mejorar las capacidades de su personal y sus roles dentro del grupo. El proyecto se gestó durante la crisis de 2001 y está dirigido por los hermanos Fábrega, de 29, 30 y 31 años.
Los académicos miran la experiencia de El Castillo como un caso de análisis empresarial único a nivel mundial y publicarán un artículo al respecto. Ellos viajaron a Sudamérica como parte de un Executive MBA para analizar estrategias corporativas y políticas económicas globales con foco en Sudamérica, especialmente en Brasil y Argentina.
Los estudiantes y sus docentes convirtieron los siete mil metros cuadrados del edificio de aires medievales y las cuatro hectáreas de parque con vista a las sierras del Valle de Punilla en un aula cosmopolita con la consigna de analizar cómo dos de sus ex alumnos, Fabián Fábrega, licenciado en administración, y Edgardo, ingeniero, lideran con éxito un proyecto vanguardista a nivel mundial.
“Nuestro objetivo es aprender tanto como sea posible qué significa hacer negocios en Argentina y Brasil. Hay puntos en los negocios que son iguales en todo el mundo. Pero los contextos en los que nos desenvolvemos varían mucho y, como personas de negocios internacionales, tenemos que desarrollar las habilidades necesarias para adaptar las políticas de nuestras compañías a las condiciones locales. Si viene alguien de Estados Unidos a hacer negocios acá y no conoce las diferencias culturales, va a fallar”, dijo Ricky Thibodeau, vicedecano de The Lally School of Management and Technology.
Como parte de sus programas de estudios, los alumnos de The Lally School suelen viajar a mercados emergentes como India, China o Latinoamérica. Esta vez, el contingente viajó primero a San Pablo y luego vino a la Argentina. Acá, amanecieron en habitaciones de época, se alimentaron con comida orgánica regional, tomaron clases en los mismos salones que usan los ejecutivos argentinos cuando toman alguno de los seminarios de capacitación que ofrece el equipo directivo de El Castillo y también se dieron el gusto de montar a caballo y jugar al golf en las sierras de Córdoba.
“Sudamérica es un lugar único –dijo Arup De, uno de los alumnos que participó del viaje, un médico graduado un Harvard- es parecido a muchos lugares pero diferente a todos. Se parece un poco a Europa, pero no es; tiene cosas en común con India pero definitivamente no es lo mismo. Me sorprende que acá todo se haga de una manera muy distinta a la que estamos acostumbrados en Estados Unidos. No se tiene en cuenta la planificación que se enseña en las universidades norteamericanas; si alguien tiene una idea, la concreta”.
La visión de los catedráticos fue extremadamente lúcida por haber estado apenas tres días en Argentina. En sus conclusiones dijeron que es un destino interesante para hacer negocios, aunque pusieron en duda el nivel de confianza que se pude tener en la protección legal, destacaron la importancia de defender la calidad para evitar falsificaciones que perjudiquen la marca, pusieron en letras rojas la palabra inflación y decididamente rescataron el grado de pasión, flexibilidad y exigencia que tiene la gente de negocios en Argentina.
Sobre El Castillo Hotel
El Castillo funciona como hotel all inclusive para el turismo durante tres meses: en enero y febrero, Pascuas y vacaciones de invierno; cada día con un despliegue de actividades recreativas para todas las edades, relax y creatividad. El resto del año funciona como centro de convenciones y como centro de educación ejecutiva empresarial, “donde no sólo se desarrollan las capacidades intelectuales de los participantes, sino también las artísticas y deportivas”, dice Fabián Fábrega, que junto a sus hermanos Adriana y Edgardo, se ocupa de diseñar esos programas a medida de las empresas.
Desde enero de 2005 –cuando abrió las puertas con esta gestión– en El Castillo no hay un freezer ni un televisor. Los huéspedes disponen de tecnología de punta, pero desde un enfoque diferente. Hay, también, planes ambiciosos en marcha, como el Salón Feudal: un espacio para reuniones de ejecutivos que se iluminará con luz natural mediante espejos ópticos y en verano se enfriará por medio de un sistema que hará circular agua de la piscina por debajo del piso.
La idea de los programas de consultoría para empresas es ofrecer un servicio de alto nivel, invitando a las empresas a compartir un diagnóstico científico de su situación y después dejar aflorar el costado artístico de cada uno de una manera metafórica. Puede convertirse por un rato en coreógrafo, maquillador o músico de un show colectivo: “Si funciona es porque las empresas necesitaban un lugar donde aprender de una manera nueva”, dice Fabián.
Fabián Fábrega tiene 30 años y un currículum impactante: él y su hermano Edgardo, que es un año menor y estudió Ingeniería, viajaron a Estados Unidos becados como investigadores en el Molecular Medicine Department del Wadsworth Center, del Departamento de Salud de Nueva York.
Cuando terminó su proyecto de investigación –que trataba sobre genes del estrés–, y después de realizar estudios en la State University of New York, fueron becados en el Rensselaer Polytechnic Institute. Fabián cursó ahí su MBA (antes había estudiado un EMBA en la Universidad Di Tella). Cuando terminaron en RPI, volvieron y se instalaron en El Castillo con madre y padre –contadora y médico respectivamente– y su hermana -economista- Adriana.
En la dirección del hotel, cada miembro de la familia tiene un rol. Fabián diseñó el producto y hoy dirige el proyecto comercial. Adriana –que también es artista plástica– está a cargo de la ambientación y la decoración. Edgardo diseñó la operativa y es director de Proyectos. La madre se ocupa de las finanzas y el padre, de las relaciones institucionales.
“Siempre empleamos mano de obra local. La mayoría de los actuales empleados del hotel eran albañiles, pintores, constructores que crecieron con nosotros en el proyecto. El chef, por ejemplo, entró de ayudante de pintor de persianas y se acaba de recibir de profesional gastronómico”, cuenta Fabián.
Durante un viaje de Fabián a Nueva York, en una visita a RPI, el decano de la universidad le propuso a analizar El Castillo como un caso de estudio. “Entornos problemáticos existen en todo el mundo, lo que les impresiona es el hecho de poder ser creativos y lograr algo único en un contexto adverso, sin crédito o con pocas opciones de planificación, y que eso funcione”, dice Fabián. Por eso, él y otros estudiantes se reunieron para buscar respuestas y paralelos entre la historia de El Castillo y la economía argentina.
Queria comentarles lo identificado que me siento al leer sobre uds. Recuerdo cuando dormi en la plaza en mi adolescencia con mi madre, y desde ahi a la familia que tengo hoy en dia con miscuatro hijos. Lo bien que podemos vivir en esta ciudad de Mar del Plata, las posibilidades que nos da esta ciudad y este pais a pesar de los cambios. Como siempre digo, en el 98 me estafo un socio y eso, que pareceria malo ahi, me dio a mi y mi familia una gimnasia para lo que vendria en el 2001, a tal punto que estoy convencido que crecimos gracias a caer antes que los demas. Para cuando los demas estaban llorando, ya estabamos largando a full como dicen los chicos y creando y trabajando. A tal punto que el mayor de mis cuatro hijos con tan solo 17 años ya esta encarando su propia agencia de modelos; area en la que obviamente no incursionamos la madre y yo. Pero lo apoyamos y estamos contentos de ver los chicos como son encaradores y decididos… perdon me fui pero queria compartircon uds. Es una alegria ver gente de este bando. De los qu aprovechamos todo como oportunidades… y de los que les gusta un buen Rutini… je. Suerte en verdad, un abrazo grande. Los Garcia Bo, Mar del Plata.
Hola Adri, soy Silvia Gallo y me alegra conocer más la historia de este hermoso lugar y sobre todo la tuya, aunque no seas más mi alumna, espero que sigas de la mano de la danza y desarrollando esas capacidades artísticas que tanto disfrutamos en Dancenter. Me encantó el producto que desarrollaron y creo que es otro ejemplo del ingenio de los argetninos y el amor de una familia. Disfruto de saber de vos, besos. Sil