¿Existen fantasmas en El Castillo? Es la pregunta más frecuente que recibimos, y la menos frecuente que respondemos. Es que sabemos que las fantasmas pueden dar miedo a algunas personas… y no queremos asustar a nadie. Pero ahora, de una vez por todas, vamos a responder esta pregunta. Aquí va: cha-chán cha-chán (música anticipadora)… iiii-uuuuiiiii-uuuuuiiiii (música tenebrosa)… … (silencio suspensivo)… ¡SÍ! ¡SÍ! ¡Existen fantasmas en El Castillo! Las hemos visto, las vemos y las veremos merodear por algunos pasillos, ciertas habitaciones y determinados rincones. (Uso el artículo femenino, no porque todas las fantasmas en El Castillo sean mujeres—las hay de ambos sexos—, sino porque justo estoy releyendo El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.)

¿Ven esta foto, aquí, arriba de esta frase? ¿Ven el espejo oscuro, apaisado, ubicado al fondo del pasillo? Bueno, si no lo ven, véanlo primero. Si ya lo vieron, continúen leyendo. Porque resulta que ese espejo nos trae la primera historia de fantasmas que nosotros vivimos en El Castillo.
El espejo encantado
Un día, hacia finales del año 2002, durante los primeros meses que dedicamos a restaurar El Castillo, nos visitó el nieto de Don José Ferrarini—propietario del castillo desde mediados del s. XX hasta 1972—para traernos de regalo dos objetos: un espejo y un busto de bronce de su abuelo. Entonces mi hermana Adriana (ella y mamá decoraron cada centímetro del edificio) recorrió el castillo pensando dónde ubicar el espejo y el busto de bronce. Recorrer el interior del castillo lleva su tiempo. Su mucho tiempo, porque tiene ocho mil metros cuadrados cubiertos. Adriana se demoró bastante en decidir dónde ubicar al busto de bronce. En cambio, al espejo lo ubicó inmediatamente allí, donde se ve en la foto.
Este espejo no es encantado porque dice quién es la persona más bella o cuenta qué va a suceder mañana o pasado. Es encantado por otra razón. Ahora les cuento. No se impacienten. Y no tengan dudas sobre la veracidad del encantamiento de este espejo.
Tres o cuatro días después de la visita del nieto de Don José Ferrarini, este nieto volvió a visitarnos. ¿Y saben lo que pasó? Pasó que este nieto nos dijo que el lugar donde mi hermana había ubicado el espejo era el lugar donde el espejo había estado siempre. ¡Chán! (música de final orquestal staccato fortissimo).
El busto encantado
El busto de bronce vivió en tres o cuatro lugares antes de descansar en la cava de vinos. La cava de vinos está ubicada debajo del actual restaurante, el cual a su vez está ubicado debajo de una torre con cinco habitaciones. En esa torre vivimos durante los primeros años de restauración. Una torre que, a pesar de ser muy amplia y cómoda, no nos dejaba dormir bien, porque desde cualquiera de sus habitaciones se escuchaban todos los ruidos del ambiente de abajo.

Nosotros hablábamos con las personas que hacían la guardia nocturna, y les pedíamos encarecidamente que no movieran tanto las mesas ni las sillas en las horas de sueño. ¿Saben ustedes el ruido que hacen las pesadas mesas y sillas de madera antiguas cuando alguien las arrastra? ¡Hacen mucho ruido!
Para hacer más corta esta larga y tenebrosa historia, les cuento el final: ninguna persona movía ninguna mesa ni ninguna silla. No sabemos quién las movía ni porqué aparecían todas desordenadas cada mañana. Pero sí sabemos que, desde que mi hermana ubicó al busto de Don José de Ferrarini en la cava de vinos, los ruidos y el desorden desaparecieron. Entonces pudimos descansar como los más panchos, pensarán ustedes. Pues no, no pudimos descansar nada porque en esas cinco habitaciones comenzaron a suceder cosas… pero eso será para otra historia. Por si acaso, esas cinco habitaciones tienen una única puerta de acceso: la famosa «Puerta 49» (por donde yo no paso ni en figuritas).

El mapa encantado
Para disfrutar aún más de la estadía en El Castillo, es genial tener a mano este mapa. Así sabremos en qué lugares podemos esperar situaciones inesperadas.

Otra cosa genial para tener a mano es un medidor KPE de radiación de ectoplasma como el de Los Cazafantasmas. Y ahora les doy una idea menos confusa de lo que pueden esperar en estos puntos específicos del mapa: entre los varios episodios que han atestiguado tanto huéspedes como miembros del equipo de trabajo, hay una mujer vestida de época que aparece, camina y desaparece por el pasillo hacia la propiedad contigua al castillo (que era la casa de Don José Ferrarini); hay un hombre que sale de la habitación 25 e ingresa a la habitación 27, pero ingresa por la pared; hay entes que realizan fiestas de madrugada en el cielo raso de la habitación 11; hay alguien que nada estilo libre ida y vuelta en la piscina semiolímpica en pleno invierno; hay cuadros cuyos retratos humanos cambian al estilo Harry Potter; hay una joven vestida con desabillé debajo del marco de la puerta que vela a quien duerme en esa habitación (la 52); y hay hasta marcas de enormes circunferencias perfectas sobre el césped de una de las canchas de fútbol.
En fin… hasta aquí llego en esta redacción, en la que pusimos toques de humor como es nuestra costumbre, aunque ¡el humor nada quita de lo verídico!
-Fabián Fábrega
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Que fantástica historia Fabian, cuanta imaginación o sucederá ?????
Me encantan los misterios ….
Un abrazo.Pirula
…
¡Hola Pirula! Siempre te recordamos y mi madre habla de los momentos que compartieron en su infancia. ¡Muchos muchos cariños! -Fabián